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Una calle, sin tiempo, sola,
abandonada y, de repente
apareció el recuerdo y el eco
de una voz, que me dejaron
un extraño frío y, ante ésa
gélida sombra...¡cuánta nada!
y Dios, sólo era realidad en el silencio...
abandonada y, de repente
apareció el recuerdo y el eco
de una voz, que me dejaron
un extraño frío y, ante ésa
gélida sombra...¡cuánta nada!
y Dios, sólo era realidad en el silencio...
Marcelino Menéndez González