03 febrero 2014

REENCUENTRO


Vivo con la idea de que somos
 partículas de un conjunto,
 y me gustaría haber permanecido en medio
 del rumor de la yerba, la voz del agua,
 el rocío de la madrugada y la
 sonrisa en el despertar de cada mañana.

 La imaginación es el hombre mismo,
 donde moran invisibles las ilusiones
 en los dominios de lo ingrávido, pero
 veía que lo real era lo de los demás;
 hasta que descubrí el interior de mi propio
 ser y encontré el mayor de los universos
 en la razón de mi camino, en el que dejé
 la meta para el final.

 Y sin escapar de lo humano, desapareció
 la inquietud confundida en vaporosas
 y leves brumas lejanas, ligeramente envuelta
 de un color de suavidad, en esa misteriosa
 tarde tan secular de mi adolescencia y que
 aún perdura con transparencia diáfana
 a pesar de mi longeva edad.

Marcelino Menéndez González

SIN TÍTULO

 Veo cómo se mecen en los árboles
 las ramas desnudas sólo abrazadas
 por el frío del invierno,
 y siento cómo es acunada mi alma
 en ese impás y en esa busca
 donde more el equilibrio y los silencios.

 Es quizá donde puede existir la línea
 imperceptible, entre sombra y luz,
 ceniza y fuego, y todas las dualidades
 para lograr llegar a ver
 a través del filo de una navaja,
 el sentido del horizonte.

 Puede ser entonces, sólo entonces,
 cuando surja el atisbo de sentir
 lo hondo de ese espacio de vida
 que llevamos dentro y que nos dice
 que ésa es la razón de continuar,
 a pesar de todo.

Marcelino Menéndez González


UN INSTANTE DE LUZ


Fue como la caricia de un susurro,
que quiso hacerme sensible
a la emoción más inesperada;
viví la sensación de que me acercaba,
a algo intangible que estaba ahí,
esperándome, y entonces percibí
la comunión con algo tan deseado
tras un largo tiempo.

Y surgió, pausada y serenamente,
como la noche que se deja amanecer,
y brilló, y lo hizo con tal intensidad de luz,
que me alumbro el alma,
llenándola de un sentimiento tan profundo,
que me hizo aparecer el amor verdadero
y entonces…creí.

Fue, en ese instante, que sentí la felicidad
más pura e inmensa que he vivido.

Marcelino Menéndez González