31 octubre 2009

AQUELLAS TARDES DE INFANCIA


No pretendo filosofar, pero cuántas veces
nos asaltan recuerdos que en su día,
ignoramos darles explicación, si bien
porque en ese momento no la tenían,
o simplemente nada se nos ocurría.

Cuando era niño y me ocupaba de hacer
los deberes en el suelo, - no había muebles-, cerca de un taburete
donde mi madre se sentaba a coser, o bordar,
repetidas veces levantaba la cara para verla
y nunca ví en la suya nada que no fuera
un tenue sonrisa; a veces la movía ligeramente
haciendo gestos de asentimiento, otras negando
pero en esos momentos yo no ocupaba
sus pensamientos. Sólo de vez en cuando le oía
decirme, no borres tanto, o coge bien el lápiz,
o para de moverte.

Mientras ella seguía zurciendo o bordando,
seguramente en su mente a la par,
hilvanaba sus pensamientos, que sin duda
la trasladaban en el camino de las preocupaciones
y los recuerdos familiares.

Esas imágenes que se podría decir que no encierran
algo especial, sin embargo en la distancia y el tiempo
toman un matiz distinto, ya que para mi en la actualidad,
encierran un diálogo breve, de pocas palabras y silencios
pero de una armonía de amor fraternal inmenso.

Marcelino Menéndez González

15 octubre 2009

CONJETURAS


Tal vez es un buen momento para sentir y pensar,
que el vacío es un agujero eterno,
sin bordes, pleno de aire y detrás del aire,
el aire, y la nada colindando con la nada.

Sin embargo tenemos que llenarlo de razones,
de formas, de elementos compatibles
en vivencias y percepciones.

Sabiendo que todo retorna a los microespacios
y al cuerpo; así a una dilatación le corresponde
una contracción, a un pesar una alegría,
a un esfuerzo una compensación, creándose
el dualismo y los antónimos que conocemos.

Aunque eso sí, cada respuesta parece generar
nuevas preguntas y mientras el moho sigue
carcomiendo el hierro, que lo percibimos
en el gemido de un gozne oxidado, o el cómo
determinar en el agua las ondas concéntricas,
con la caída de un objeto hacerlo como ¿conjeturas?,
o sólo la rutina de percibir las cosas como naturales,
al ver la cera deslavarse sobre la vela encendida.

A veces quisiera que todo transcurriera sin más; quizá
aceptar que el tiempo se detendrá en su momento justo,
sin embargo la vida y el mundo seguirán y lo harán
sin dejar de regalárnos el arco iris.
Marcelino Menéndez González

DIÁLOGOS


Debo confesar que a veces,
mantengo cortos diálogos con mi conciencia
y que me resultan, muy necesarios.

Es como estar en el linde del ruido,
con la caricia del silencio y que,
te permite la comunicación;
¿medito?, quizá sería la palabra más adecuada
y diría, que necesito esa relajación mental
ya que siempre me despierta reflexión.

También a veces me pregunto, si estoy pleno
de cosas hechas ¿adonde voy a poner las que
aún tengo por hacer?...

Me gustaría entonces ser como el mar
que durante la noche, recoge la luz de las estrellas
y las deposita como delicadas ascuas, y las hace
resurgir de la mano del amanecer en el horizonte.

Marcelino Menéndez González

EL OCASO


Siempre me sorprenden los resultados inesperados
aunque los haya presentido en alguna ocasión.

Si bien el ocaso ocurre en el mismo horizonte
del poniente, no hay ocasiones iguales al cumplir
su rigurosa cita inaplazable, y es así como lo adorna
de múltiples y diversos matices de colores.

Se vuelve como un hilo que recorre y traslada
distancias y sensaciones, con emociones y vivencias
y es capaz de llenarlas de especial sensibilidad,
con la cualidad natural de descolgar ante nuestra mirada,
lo diverso y lo bello.

Es la llave natural que abre los sueños crepusculares.

Marcelino Menéndez González

EL SILENCIO


Mientras los campos húmedos duermen
con el rocío matinal, acariciados aún
por una incipiente luz de luna,
más allá de mi ventana
los árboles parecen flotar
en el aire de la mañana.

Alterando la prisa rutinaria
fue entonces cuando cerré los ojos
y me senté sin hacer nada, sin pensar en nada,
y me quedé quieto y, en esa actitud
sólo escuchaba…

Me acompañó el muy leve zumbido del silencio
más intenso y logré oír en mi fuero interno,
un leve susurro, como si intentase alcanzar
a hablar, a mi alma...

Marcelino Menéndez González

ENERGÍA MENTAL


La capacidad de crear la propia energía
e incluso de transformarla en el interior
de cada uno, podría ser uno de los misterios
de la vida.

El estar solo e inmóvil, no imposibilita
lo que ocurre en ese interior, donde hay
cambios y reacciones que son intangibles
y tampoco se ven; sin embargo es algo
que nunca se acaba hasta que llega el cese del latir.

Y sabiendo cultivar esa energía interna
y su equilibrio con el exterior, dirigida
desde el organismo en plenitud,
-con sus diversos fines- conseguiríamos
aglutinar toda la fuerza implícita que lleva consigo.

Aunque a veces, algunas veces, llego a sentir
que no soy yo quien controla ese instinto
de lo que hago o dejo de hacer, sino que surgen
como simples reacciones mecánicas y espontáneas.

Todo por lo tanto podría quedar incluido,
en esa falta de conocimiento de lo que somos

Marcelino Menéndez González

LAS COSAS BUENAS


Cada uno crea su propio estado de ánimo,
de acuerdo al estado emocional en el
que vive.


Mientras los pájaros desnudan el nuevo día,
mientras en ti algo esperas quizá
sin creer alcanzarlo, de improviso llega
ese algo que encuentras en una caricia,
en un gesto, en una mirada, hasta en una palabra
copándolo todo, con pequeñas gotas de bondad…

Se despierta entonces una sensación
de lo más agradable, que se desliza dentro de ti,
y te invade de un sentimiento, lo más dulce
y distinto a lo que hayas sentido antes.

Y percibes, que tu estado de ánimo se proyecta
con una luz distinta, plena de optimismo,
expresando así lo mejor que vive contigo.

Marcelino Menéndez González

SEGUIR LA SENDA


Cuando aún la energía despierta a la percepción
y surge lo sensible, quiero entrar
silencioso en la esperanza y hacerme
con la reflexión.

Con ese estímulo, pensar y sentir, y unir
pensamiento y sentimiento
y fluir, y deslizarme sin crear orillas
y sin hacer ruido, como arroyuelo que baja
de la montaña, sólo con el afán de llegar
al tramo final, sin proyectarme…
tranquilo, si acaso, con el temblor de una hoja
aún adherida a su rama.

Marcelino Menéndez González

UN ALGO


Me he detenido en el tiempo
y vivo una extraña sensación,
como la de estar poseído
de una rara actitud y forma de ser,
que no se corresponde con la mía.

Es como si fuera una música diferente,
que no conozco ni he escuchado nunca
y, sin embargo, me induce a seguir escuchándola
en espera de un algo…

Y es cuando mi corazón da un salto
durante el cual, transcurren los pasos de momentos
interminables; y mientras veo desde mi ventana
cómo salpican las gotas de lluvia en el asfalto,
las preguntas no llegan a surgir ni tampoco las respuestas,
sólo sigue existiendo…la misteriosa espera
de ése algo interno…

Marcelino Menéndez González