30 octubre 2011

UNA MIRADA


















Hoy he recuperado la sensación
de vivir un momento de emoción intenso;
fue como resultado de una mirada
espontánea y profunda, de la cual tuve que huir
sabiendo que, si no lo hacía, cabía el presentimiento
de perderme en ella.

Hay ojos tan expresivos, que encierran el misterio
de trasmitir palabras que, sin sonido alguno,
son capaces de acercarte a la emoción y al
sentimiento que vibra en el interior de cada ser,
dando matices de todo tipo, como ternura, tristeza,
alegría, dolor, enfado, así como otras formas diversas
de mirar, que encierran lo complejo de su esencia.

Pienso que algo fantástico es, cuando dos personas
son capaces de dialogar con sus miradas, de saber
lo que dicen, de interpretar lo que sienten, entregando
su verdad y su sentir de forma plena, sólo con verse
con la complicidad del silencio, abrazados
a un entendimiento casi total.

Es por todo ello, que no quise el reencuentro ante
el temor y la nostalgia, con aquella otra mirada perdida
en el tiempo…

Marcelino Menéndez González

LA FRAGILIDAD VITAL

















Deberíamos ser conscientes de lo que representa,
ese despertar que cada mañana
nos une a la vida y valorarlo.

Apreciando la dependencia con que lo hace,
lo frágil de ese hilo que, si de repente se rompe,
nos hace llegar a sitios increíbles desposeyéndonos
de nuestras capacidades, que pueden incluso
determinar el final.

Son hechos y circunstancias inesperados
y que no siendo capaces de prever,
cuando suelen llegar ocasionan situaciones
inimaginables en quien las sufre sin remedio.

Es solo un instante fugaz en el que se rompe todo;
una fracción de segundo lo que tarda
en producirse la oscuridad total y aún siendo
de vital importancia, cómo huimos ante la idea
de poder sufrirlo aunque esté ahí,
y siempre seguirá ahí, aunque lo evadamos,
lo pensemos y lo ignoremos o no,

Marcelino Menéndez González



ENCUENTRO
















Todo está dentro del cuerpo
y la piel que habito; el cerebro que poseo
y el alma que permanece en mí,
para ser yo mismo.

Aunque sigo buscando el paraíso
de la contemplación y esos cortos momentos
y esos detalles, que el tiempo magnifica
como la pequeña lágrima que encierra
todo un gran sentimiento.

Andar en el sendero de la calma
y de la constante reflexión, para que de ello
surja el espacio vital que me procure,
el entendimiento ante los diferentes modos
de pensar, ser y estar.

Aprendiendo a conocer la razón
que requiere el intelecto para ser capaz
de discernir sobre lo propio y adecuado
en el momento preciso, abrazando la esencia
de las cosas y lo infinito del espíritu.

Marcelino Menéndez González