03 noviembre 2006

VIVENCIAS


Quisiera permitirme avanzar sin término,
desechando lo portentoso evanescente
y las miríadas silenciosas
aspirando las fragancias que me gustan,
y al escuchar el sonido de mis palabras
que se pierden en el viento,
filtrarlas en mi propio ser para ser diferentes,
formando un singular tejido de identidad.

Y no me burlo, ni discuto; atestiguo y espero
como las hojas de los campos rígidas,
lánguidas y secas, pero que no tienen fin.

Marcelino Menéndez González

VACÍO CREPUSCULAR

En el azul turquesa de la mañana
del alba final de la vida,
con la lágrima callada
un lánguido sol me encandila
y el cielo cuelga nubes
y algunas se desvanecen o desgarran
sin forma ni color, entre tanto
el azul monótono prosigue invencible...

Los viejos sueños fueron buenos
aunque no se realizaron, por ello quizá
fueron buenos y permanecieron,
como una ilusión del sol en las últimas
hojas de un arbol de otoño y mi alma,
como un carrusel vacío en el crepúsculo.

Mientras tanto, las luciérnagas seguirán volando
con sus ecos de luz, en las ventanas.

Marcelino Menéndez González

ATISBOS

Quisiera ser de tus voces, voz
como el añil del azul del cielo,
como el rocío mañanero sobre
la hierba, los lirios tempranos
y el trébol blanco...
aspirar el aroma de las rosas nocturnas
y en la penumbra, el de los pinos
y las encinas de los viejos bosques,
cargados de muérdagos, musgos y bellotas.

Aunque siempre, acaba por asaltarme
un temor a no sé qué sombrío,
con los ojos entrecerrados como a la espera,
y con la bóveda celestial allá arriba
en la que aparece un trémulo destello
entre nubes oscuras y densas.

Y me siento observado por ojos ligeros
y fugaces miradas, que se mueven en
todas las direcciones en los rostros
aniónicos, pero convergiendo en mí.

Marcelino Menéndez González