A veces
hay unos días…
Desde
que te levantas, pareces tener imán
para
atraer cosas adversas y aspectos
no positivos,
como si fueras la aguja
del pajar
que nadie encuentra y sintiéndote
ser un
verdadero extraño dentro de ti.
Transcurre
el tiempo y parece como si
se
matizara de tristeza y te rodearan las
soledades
junto a los silencios
y
acabas por sentirte mal del todo.
Impregnado
de esas sensaciones,
al fin
la tarde se deslizó vacía y así quedaron
la
noche y la oscuridad, suspendidas
en ese
mismo tiempo,
con mi
cuerpo sólo lleno de existencia.
Marcelino Menéndez González