de misterio y de incertidumbre,
noches de frío y de palabras, de confidencias
fugaces que surgen de la orilla de los recuerdos,
y que se hallaban escondidas y refugiadas
en desvanes de oscuridad, encerrando el futuro
en la memoria, con las luces apagadas
de silencios. donde si bien hay algo que queda,
también existe algo que falta.
Hay que buscar entonces la memoria
que quiere ser presente, donde el aire
se mezcle con la luz, creando imágenes reales
poblando cualquier horizonte y como la vida misma,
no interrumpir las aguas del cauce de un río, sino
dejarlo seguir y sentir el correr de sus aguas sabiendo
disfrutarlas y amarlas, siendo sólo ellas mismas
las que encuentren su final.