Es como una incuestionable lucha interior
por querer alcanzar, las sensaciones más sublimes
de la esencia propia y situarlas en el pináculo
de su logro, con la desesperación más acuciante
de sentir el no conseguirlo y en esa lucha, bordear
todas las situaciones que lo impiden, hasta hallar
abrir la puerta que parecía escondida, y culminar
esos desesperados intentos por la intensa emoción
de haber logrado conseguir, penetrar en lo inalcanzable.
Es vivir sintiendo ser un yo distinto, provisto de
estímulos diferentes inmersos en hasta ahora,
desconocidas vibraciones de energía que surgen
de ese algo ignorado, y que están ahí, pudiendo ser disfrutadas
y absorbidas con toda la fuerza de la que uno sea capaz
de hacerlo, y que poseen la cualidad de estar
desprovistas de inconformidad y eso sí, plenas
de indescriptible e insondable belleza.
por querer alcanzar, las sensaciones más sublimes
de la esencia propia y situarlas en el pináculo
de su logro, con la desesperación más acuciante
de sentir el no conseguirlo y en esa lucha, bordear
todas las situaciones que lo impiden, hasta hallar
abrir la puerta que parecía escondida, y culminar
esos desesperados intentos por la intensa emoción
de haber logrado conseguir, penetrar en lo inalcanzable.
Es vivir sintiendo ser un yo distinto, provisto de
estímulos diferentes inmersos en hasta ahora,
desconocidas vibraciones de energía que surgen
de ese algo ignorado, y que están ahí, pudiendo ser disfrutadas
y absorbidas con toda la fuerza de la que uno sea capaz
de hacerlo, y que poseen la cualidad de estar
desprovistas de inconformidad y eso sí, plenas
de indescriptible e insondable belleza.
Marcelino Menéndez González
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