Con un leve entorno de
claridad,
iba asomándose el amanecer
en el horizonte...
Absorto lo contemplaba como una
invocación
en mi portal solitario, tratando
de absorber
sus más bellos matices
naturales.
Y con tu soledad en la mía,
evoqué
los recuerdos de aquellos
momentos
que tanto disfrutamos y que hoy
sólo son melancolía.
Fui tuyo, fuiste mía, en una
entrega
de plenitud de amor y fantasía,
en la que sólo nuestro mundo
existía.
Hoy, sólo oscila el pasado balanceándose
en una constante sombra
pensativa y,
según transcurre el tiempo, se
agiganta
insondable e infinita...
Marcelino Menéndez González