06 enero 2008

TODAS LAS VERDADES


Bajo las desfallecientes estrellas
de la madrugada, agónica el alba
se arropa en su rocío y el emblema
del ánimo surge, como un vapor
de colores de luces brillantes y con una
bocanada de fragancia, en el hálito
de las flores.

Todas las verdades esperan en todas
las cosas, como algo que tiene que
adivinarse, por no poder describirlo
con la diversidad en su superficie
hasta que logre integrarse
en el interior de la autoestima,
impulsando el presente hasta el infinito futuro,
para llegar a comprender que el Universo,
lo constituyen también los perfectos milagros,
y todos ellos profundos…

Marcelino Menéndez González

2 comentarios:

  1. Hola, Marcelino.

    No estaría mal que comentases la presentación de tu libro, y ya de paso, decirte que está puesta una entrada en Acantilados de Papel sobre Plectro:
    http://www.vegamediapress.es/noticias/index.php?option=com_content&task=view&id=6847&Itemid=56

    Saludos.

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  2. Anónimo5:52 p. m.

    Que decirte Marcelino que, posiblemente, no te hayan dicho ya. Como un invitado más estuve en la presentación de tu libro Plectro. Como un anónimo paseante. Recibiste elogios merecidos y con grandes esfuerzos cerraste tus lagrimales para no dejar aflorar las emociones que te corroían por dentro. ¡Ah!, las emociones musas de escritores como las lágrimas que colman el tintero. Quisiste reservarlas para tu soledad y en ella con tu inspiración, tus penas, tus vivencias y, porque no, también tus miedos, convertirlas en fonemas, en rimas, en sentimientos sobre papel, que no es “papel mojado” cuando se tiene la valentía de darlo a conocer, pues en cada frase, en cada verso, desnuda la persona su alma frente a los demás. Que una cosa es componer, adaptar, versar (y aún crear) y otra es pegar en el papel trocitos del corazón y jirones de sentimientos.

    Te llena Asturias, sus nieblas, sus mares y montañas, sus lluvias y sus cielos, en tal forma que parece que no solo la niñez, sino toda la pubertad la pasaste mirando al infinito azul de su cielo, con rápidas nubes que se aferran a sus cumbres y persisten sobre el tiempo. Algo se pega en el alma de la tierra que nos trae al mundo.

    Quiera Dios que a mi jubilación tenga lleno mi tintero, lucida mi mente y con vigor mi cuerpo, pues tengo envidia Marcelino, tengo envidia de tus tesones, de tus anhelos y tus versos.

    Enhorabuena, gracias por escribir.

    Juan Carrillo

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