Cuando lloras quedamente, sin sollozos,
y cuando algo vibra en tu interior
al escrutar los repliegues misteriosos de la mente,
qué necesario es establecer espacios
para crear distancias, frente al trabajo
incesante del destino.
Y ante el viento que flagela ese paisaje
y la fatiga de los pájaros, no dejes
de sentirme con el pensamiento y la gran
complicidad que nos ha unido siempre
para, a mi vez, no dejar de seguir
sintiéndome distinto.
y cuando algo vibra en tu interior
al escrutar los repliegues misteriosos de la mente,
qué necesario es establecer espacios
para crear distancias, frente al trabajo
incesante del destino.
Y ante el viento que flagela ese paisaje
y la fatiga de los pájaros, no dejes
de sentirme con el pensamiento y la gran
complicidad que nos ha unido siempre
para, a mi vez, no dejar de seguir
sintiéndome distinto.
Marcelino Menéndez González
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