En azul sutil florece,
el techo del don celeste que me
inspira,
lo más puro y lo más oculto
como un sueño, sin ninguna realidad.
Y como el espíritu audaz de un vuelo,
prediciendo que lo sencillo debe
arrancarse
de lo complicado y ser uno mismo;
como la propia vida, pero tratando de
instaurar
su propio ser si es preciso, entre lo
indeciso
y lo común, el poder hablar y el poder
oír,
para hacer o decir, lo que aun no lo
sé.
Marcelino Menéndez González
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