Cuando
el tiempo ha perdido su importancia
dibujando
los hilos de la vida,
cuesta
ser insensible viendo como la bruma
matinal
se vuelve opaca y espesa, así cómo
la
frialdad en la piedra permanece,
hasta
que el sol penetra en ella y la calienta.
Cuando
sientes que has perdido el espacio
donde
ya no existe horizonte, llegas a pensar
que
revivir la vida puede darnos la ocasión
de
disfrutarla de nuevo, con las valiosas monedas
de
los recuerdos, -ya que los seres queridos e idos
pertenecen
a la añoranza-, y recobras un matiz
singular
de melancolía, vistiendo la vida otra vez.
Es
quizá cuando percibo la voz quebrada y turbia
de
un susurro que me dice, que necesito una relajación
mental
capaz de despertar mi reflexión y hallar
la
tranquilidad, esa tranquilidad que encuentran
los
ansares posándose en aguas lacustres, llenas
de
quietud y armonía, surgiendo entonces,
como
un sueño con polvo de estrellas el pensamiento
de
que, si perdiste el amanecer de hoy, habrá otro mañana.
Marcelino Menéndez González
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