Me
oigo y no me veo;
y no
puedo borrar lo que siento,
teniendo
que ocultar lo que me hace sufrir,
hasta
que sienta que se haya marchado la tristeza.
Y al
enfrentarme con la línea del horizonte,
veo
caer mi mundo sobre el mar tratando
de no
hundirme bajo sus aguas, sino aspirar
el
aire crepuscular y resurgir de los ámbitos
de lo
sombrío y avanzar, aunque muchas veces
hay
que cambiar las existencias surgidas del trayecto,
con la
seguridad de que pase lo que pase, siempre
habrá
algo de nosotros que no cambiará…
Máxime
habiendo logrado dentro de un esfuerzo
prolongado,
lo podido de lo posible
abarcando
sus límites, y…sabercontinuar.
Marcelino Menéndez González