Cuando
declina
el apacible
oro de la tarde
y se apagan
lentamente
los colores
del paisaje,
surgen a
veces por momentos,
las heridas
del tiempo
que se
detienen, en el rincón oculto
de un
pájaro azul que vive, que llora
y que
solloza en el recuerdo,
dentro del
alma.
Ese pájaro
azul es el cariño que
siento por
ti y que se abraza a la nostalgia
con sus
cambiantes formas de añoranza;
me depara
entonces un delicado
remanso,
que me serena y me hace sentir
lo
agradable de aquel entonces,
lleno de
una emoción inolvidable;
después,
dulce, suave y quedamente
como surge,
vuelve a desaparecer,
en lo
invisible de una distancia
y el
increíble silencio del horizonte;
hasta otra
tarde en la que vuelva
a detenerse
el tiempo... y logre
recuperar
el aroma de su
incomparable
aleteo.
Marcelino
Menéndez González