A veces siento
en la inabarcable inmensidad
del cosmos, que somos
como mariposas que revolotean
un solo día y creemos...
que eso lo es todo;
también pienso
que hay momentos,
que sólo duran lo que tarda
en borrarse lo escrito,
en el vaho del cristal y sin
embargo,
queremos hacerlos eternos.
Quizá, hay que caminar sin prisa
porque los caminos llegan a lo
lejos,
y no existen tiempos
para las nostalgias, y hay que
dejarlas
atrás para poder echarlas de menos.
Y viendo cómo el mar respira con sus
mareas,
si sabemos armonizar nuestros
instintos
e impulsos, cualesquiera que sean
las circunstancias, quizá podremos
obtener
frutos insospechados ante el arte de
vivir,
con la sencillez de las cosas,
sus primitivos gustos y esencias...
Marcelino Menéndez González
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