Son finos sonidos en el borde
del oído
que me hacen oscilar,
son olas que van y vienen
como vida que navega en el
columpio
del mar, en un horizonte
infinito
de profunda soledad.
Huye la vida buscando otra vida
sin lágrimas, sin conciencia,
huye y no regresa y adquiere la
forma del pensamiento
y permanece en el fondo de una
transparencia,
con sensación de cristal y
brilla,
brilla en el espacio buscando el
aliento de
lo desconocido, sin regresos y
ausencias, con alas
eternas y luz bajo los párpados,
leyendo el mundo
con los ojos abiertos y dejando
las sombras,
en los follajes del viento...
Son tenues sensaciones de un
final.
Marcelino Menéndez González