Siento en
las sienes mi latir, quedo, muy quedo;
como si
existiera un remanso de paz
donde nada
me inquieta y, me dejo llevar
por esta
agradable sensación, placentera y tranquila,
que serena
mi ánimo y mi voluntad.
Y donde nada
me duele ni nada me molesta;
y así continúo
impasible, sintiendo transcurrir el tiempo,
que me
permite disfrutar de esta singular relajación
mental y
física, en la que no advierto nada negativo
que me
impida estar en total armonía con mi yo interior,
-a pesar de
que nunca me contesta- y sigo escuchando
mi latir,
quedo, muy quedo, haciendo lo que tengo que hacer
¡vivir!…
mecido por mi conciencia y mirando un azul
de
inmensidad,,,
Marcelino Menéndez González
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