09 junio 2007

ME QUEDÉ JUNTO AL SILENCIO


Los náufragos no eligen puerto.
Jacinto Benavente.


Como los amarillos del otoño,
mis noches son el tiempo de la meditación,
y cruzo la humilde soledad del horizonte
por el umbral de mis sueños.

Lo hago con pasos lentos, en solitario
y sin recordar siquiera el camino;
y, en ese tránsito, imagino ver lo grácil
de la rama verdecida, las primeras
gotas en los árboles y la agilidad
insigne de los pájaros...

Ahí donde la soledad se reclina
ante la mano del tiempo, me dejo llevar
por un remolino de emociones, que me hacen
vibrar como un náufrago que no elige
puerto, en el vaivén de esos mares
de tumbas no cavadas y siempre abiertas
con el son y el retorno del agua,
cuando el viento sopla.

Y aún con sabor a sal, en lo último
de ese sueño, entrecerré la puerta
a la melancolía, penetró la luz
y ... me quedé junto al silencio...

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