24 julio 2007

PENSAMIENTO PRISIONERO


Quisiera en la eternidad de un instante,
desenredar el nudo de las corrientes
que se lleva el cierzo arrastrando las pausas
inciertas, con alientos sin voz y permanecer
inalcanzable y libre en las islas del pensamiento,
y quedarme en los hilos en que se enreda
el lazo de la vida, donde no fatiga el arrullo
del tiempo, viviendo la sensación de un
saludable alivio, con un ramo arrancado al azar.

No hay ningún pensamiento prisionero y es así,
como el alma verde busca vida donde reina
la sequía y las plantas requemadas ansiosas
de agua, codician las primeras lluvias.

El vacío inhabitado que fue nuestro aún aguarda
todavía, mientras el trino aflautado del mirlo
se esparce en el aire, como el eco de un suspiro.

Y después…un luego espera.

Marcelino Menéndez González

TAL VEZ NO ERA INÚTIL

Andaba a tientas
hasta el último recodo del silencio,
en medio de una maraña inerte
de memorias, donde todo era difícil,
todo inútil ¿ y si después de todo
así no fuera? o ¿ tal vez no era inútil?...

Siempre hay un porqué, un algo más
y aunque sea poco, tal vez lo es todo.

Y así consumimos el hilo, sabiendo
que la madeja se adelgaza y a veces somos
incapaces de darle algún sentido
a lo tangible, sintiendo el vértigo a la
atracción al vacío y a lo banal, usando
eso sí, el goce de los dispendios.

Mientras se estrecha el horizonte
a un solo punto y la noche se insinúa
entre los pliegues más oscuros, en esa
oscilación entre lo sublime y lo material,
cuando la realidad se desmorona y nos
advierte, que se ha roto la cadena.

¿Tal vez no era inútil?...


Marcelino Menéndez González

EL RIESGO DE LO DESEADO

Pensando que el poeta debe de ir
a la caza de sus contenidos, como
un gambusino buscaba la combinación
de la razón y el sentimiento, ante
una desvaida esperanza que se apagaba.

Quizá quise penetrar en el espacio
de lo absurdo y sin respetar los límites,
crucé el riesgo de lo deseado y me
encontré en un desconcierto total y sin
más liturgias de lo inesperado, me conformé
con la actitud de lo simple y hallé
la respuesta en un pensamiento de Tagore,
“arrancando los pétalos no atraparás
la belleza de la flor”…

Marcelino Menéndez González