Quisiera en la eternidad de un instante,
desenredar el nudo de las corrientes
que se lleva el cierzo arrastrando las pausas
inciertas, con alientos sin voz y permanecer
inalcanzable y libre en las islas del pensamiento,
y quedarme en los hilos en que se enreda
el lazo de la vida, donde no fatiga el arrullo
del tiempo, viviendo la sensación de un
saludable alivio, con un ramo arrancado al azar.
No hay ningún pensamiento prisionero y es así,
como el alma verde busca vida donde reina
la sequía y las plantas requemadas ansiosas
de agua, codician las primeras lluvias.
El vacío inhabitado que fue nuestro aún aguarda
todavía, mientras el trino aflautado del mirlo
se esparce en el aire, como el eco de un suspiro.
Y después…un luego espera.
Marcelino Menéndez González
desenredar el nudo de las corrientes
que se lleva el cierzo arrastrando las pausas
inciertas, con alientos sin voz y permanecer
inalcanzable y libre en las islas del pensamiento,
y quedarme en los hilos en que se enreda
el lazo de la vida, donde no fatiga el arrullo
del tiempo, viviendo la sensación de un
saludable alivio, con un ramo arrancado al azar.
No hay ningún pensamiento prisionero y es así,
como el alma verde busca vida donde reina
la sequía y las plantas requemadas ansiosas
de agua, codician las primeras lluvias.
El vacío inhabitado que fue nuestro aún aguarda
todavía, mientras el trino aflautado del mirlo
se esparce en el aire, como el eco de un suspiro.
Y después…un luego espera.
Marcelino Menéndez González
No hay comentarios:
Publicar un comentario