Pensando que el poeta debe de ir
a la caza de sus contenidos, como
un gambusino buscaba la combinación
de la razón y el sentimiento, ante
una desvaida esperanza que se apagaba.
Quizá quise penetrar en el espacio
de lo absurdo y sin respetar los límites,
crucé el riesgo de lo deseado y me
encontré en un desconcierto total y sin
más liturgias de lo inesperado, me conformé
con la actitud de lo simple y hallé
la respuesta en un pensamiento de Tagore,
“arrancando los pétalos no atraparás
la belleza de la flor”…
Marcelino Menéndez González
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