Mudas respuestas circunvalan
el incierto camino, con un nuevo
cerco de preguntas en cada segundo
de cada día, como prisionero que soy
de aquel tiempo.
Y es que se pierden como árbol que cae
en el bosque sin que nadie lo oiga,
o como hoja vagabunda en un espacio
otoñal; es, como una huella que no se borra
y que su respuesta permanece interrogante,
como duda que encontró su cauce
en el silencio eterno de una impronta,
Y así me siento en la orfandad de los días
venideros, imponiéndole al recuerdo
dónde se albergan los olvidos aplazados
intercambiando los sueños, en el constante
sonido del tiempo bajo nubes acariciadas
por el alba, como aliento de vida, pero…
sin respuestas.
Marcelino Menéndez González
el incierto camino, con un nuevo
cerco de preguntas en cada segundo
de cada día, como prisionero que soy
de aquel tiempo.
Y es que se pierden como árbol que cae
en el bosque sin que nadie lo oiga,
o como hoja vagabunda en un espacio
otoñal; es, como una huella que no se borra
y que su respuesta permanece interrogante,
como duda que encontró su cauce
en el silencio eterno de una impronta,
Y así me siento en la orfandad de los días
venideros, imponiéndole al recuerdo
dónde se albergan los olvidos aplazados
intercambiando los sueños, en el constante
sonido del tiempo bajo nubes acariciadas
por el alba, como aliento de vida, pero…
sin respuestas.
Marcelino Menéndez González
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