31 octubre 2007

PAISAJE INTERIOR


Camino a ciegas, como el volar
de una mariposa obnubilada,
mientras mis pensamientos
van sepultando el día; atardece en mí
y en mi paisaje de adentro
y me siento solo, sólo con nada
en esa penumbra abierta que va
desplazando el crepúsculo a una noche
silenciosa, con sus vacíos insondables.

Y en medio de mi languidez,
quiero desasirme de los nudos, los lazos
y los enredos que me atan como herencia
de horas perpetuas de soledad y dolor;
caminar tornando sombras en luz por el sendero
tranquilo de una realidad, sin ataduras
convencionales y que me permitan ser
el yo que aspiro y deseo, para verlo y sentirlo
reflejado en mi paisaje interior.

Marcelino Menéndez González

LO IMPALPABLE


Fue un momento;
la noche se quedó quieta, oscura,
profunda, y en medio de un silencio total;
en un segundo escuché y sentí en el pecho
y en las sienes cómo mi diástole y sístole,
vibraban en un latir intenso y emocionado
al que se sumó entonces,-de repente- una percepción
de miedo y una soledad que se hizo eterna.

En ese basto vacío, como en un páramo,
sentí una brisa impalpable que me originó
un intenso frío y una sensación penetrante
y única, acompañada del presentimiento que alguien estaba ahí…

Marcelino Menéndez González

EL AYER

El tiempo vuelve opaca y fría
la luz de la memoria, sobre todo
cuando sopla el viento del olvido.

Son como gritos mudos de gargantas
secas que no se refrescan y ruidos
que no aturden, pero cuando
entre la puerta de la luz y la sombra
surge un sol radiante que te rescata,
te sientes como una gaviota que liba
el oro del día, aspirando los viejos
perfumes del mar.

Siempre habrá agua y sol, y aquellos
momentos únicos que ni ojos
tan llenos de otros ojos, contemplaron,
y en que las horas danzaban sin prisa
y se deshacían solas, entrando en la
memoria para siempre.

Hoy ya no escuchas la melodía
de los guijarros en el río y rendimos
homenaje al bostezo, donde un minuto es eterno.


Marcelino Menéndez González