Camino a ciegas, como el volar
de una mariposa obnubilada,
mientras mis pensamientos
van sepultando el día; atardece en mí
y en mi paisaje de adentro
y me siento solo, sólo con nada
en esa penumbra abierta que va
desplazando el crepúsculo a una noche
silenciosa, con sus vacíos insondables.
Y en medio de mi languidez,
quiero desasirme de los nudos, los lazos
y los enredos que me atan como herencia
de horas perpetuas de soledad y dolor;
caminar tornando sombras en luz por el sendero
tranquilo de una realidad, sin ataduras
convencionales y que me permitan ser
el yo que aspiro y deseo, para verlo y sentirlo
reflejado en mi paisaje interior.
Marcelino Menéndez González
de una mariposa obnubilada,
mientras mis pensamientos
van sepultando el día; atardece en mí
y en mi paisaje de adentro
y me siento solo, sólo con nada
en esa penumbra abierta que va
desplazando el crepúsculo a una noche
silenciosa, con sus vacíos insondables.
Y en medio de mi languidez,
quiero desasirme de los nudos, los lazos
y los enredos que me atan como herencia
de horas perpetuas de soledad y dolor;
caminar tornando sombras en luz por el sendero
tranquilo de una realidad, sin ataduras
convencionales y que me permitan ser
el yo que aspiro y deseo, para verlo y sentirlo
reflejado en mi paisaje interior.
Marcelino Menéndez González