Hay que aprender a ser sin desesperar,
cuestionándose las propias certezas
como los fracasos y tratando de saber,
que cada edad tiene su placer y su dolor
y es inevitable que surjan, para hacernos
cavilar y apreciar su significado.
Aprender a respetar, a valorar, a reflexionar
y a apreciar las pequeñas cosas;
y para descubrir la alegría y la risa,
conocer la tristeza alguna vez; si bien
la falta de luz agranda la oscuridad,
aprender a sufrir sin lamentarse y si es
necesario llorar, para después tratar
de olvidar no guardando rencores.
Como tratar de sentirse bien…por nada,
ya que se puede vivir y permanecer
en el mundo que uno quiera, pero siempre
habrá que volver a la realidad, como la de
las golondrinas revoloteando el paisaje,
o el jilguero irguiéndose con su canto matinal.
Marcelino Menéndez González
cuestionándose las propias certezas
como los fracasos y tratando de saber,
que cada edad tiene su placer y su dolor
y es inevitable que surjan, para hacernos
cavilar y apreciar su significado.
Aprender a respetar, a valorar, a reflexionar
y a apreciar las pequeñas cosas;
y para descubrir la alegría y la risa,
conocer la tristeza alguna vez; si bien
la falta de luz agranda la oscuridad,
aprender a sufrir sin lamentarse y si es
necesario llorar, para después tratar
de olvidar no guardando rencores.
Como tratar de sentirse bien…por nada,
ya que se puede vivir y permanecer
en el mundo que uno quiera, pero siempre
habrá que volver a la realidad, como la de
las golondrinas revoloteando el paisaje,
o el jilguero irguiéndose con su canto matinal.
Marcelino Menéndez González