03 mayo 2010

EN LA BÚSQUEDA


Veo las olas rompiendo en los espigones,
salpicándome con su espuma, haciéndome
revivir aquellos momentos, en que la ternura
perfumó con su paso mis sueños.

Con el fervor de la lucidez positiva
y la lluvia del sol, digo que me gustan
algunas tardes tristes, porque me llenan
de melancolía y entonces parece,
como si los sentimientos cobraran
un mayor significado y se deslizaran
con una nítida transparencia…

Son esos momentos en los que me sumerjo,
con la sensación de penetrar en busca
de lo intangible e inefable, como si fueran
paredes sin aristas, o como si mi corazón
tuviera que caber en un poema;
y continúo queriendo hallar esa mirada de mirar
intenso en la que me perdí, entre la pasión
y la razón, lo real y la apariencia.

Y sin dar explicaciones,- porque hay quien no
las necesitaría y otros a quien dándolas,
no me escucharían-, me sitúo donde nadie lo creería,
si supiera lo que deshecho y se sorprendería de
lo mucho que conservo, para alcanzar mi propósito.

Marcelino Menéndez González

A TU MANERA


Los momentos sustanciales son los más silenciosos
y me parece a veces, como si navegara en el vacío
donde hay espacios en los que me pierdo, y son
la soledad y el miedo y sin embargo existe luz…

Luz que me ilumina de esperanza en ese caminar
errante, hacia la realidad que tantas veces
nos resistimos a aceptar y en la que no pensamos
en lo que tenemos, sino en lo que nos falta.

Y donde todo y nada parece entre lo perdido
y lo ganado, entre lo sufrido y lo gozado, entre
lo reído y lo llorado y es entonces cuando
nos llega el final; y entre el parecer y el ser,
con nudos en la garganta te das cabal cuenta,
de que el tránsito de tu vida ha sido simplemente…
a tu manera.




Marcelino Menéndez González

EL RECUERDO


Me pareció como si su cuerpo
llegara del sol y su alma de la lluvia,
limpia como cielo de abril,
leve como brisa matinal y como si
toda ella fuera la caricia del silencio…

Creó una nueva energía en mi vida
poniendo paz con mi pasado y cerrando
la herida abierta del remordimiento;
con ello me hizo amalgamar nuevos sueños
para continuar el viaje, uniendo mis deseos
más íntimos ya que sentía que era verdad,
y lo veían mis ojos…

Pero de repente todo cambió y tal como vino,
desapareció… y me dejó en un encuentro,
sin encuentro y su ausencia creando
todas las ausencias, formando con su añoranza
el matiz de una leyenda y así ha permanecido
constante en mi horizonte, ya que supo crear
en mi interior un increíble equilibrio emocional,
que me permite seguir llevando la vida en armonía,
como si fuera una suave lluvia capaz de rociar mis raíces,
en silencio, serena y mansamente, con la esencia
de su recuerdo.

Marcelino Menéndez González

EL REENCUENTRO


Era una noche tibia,plácida y serena
adornada de otoño;el caminar por la calle
empedrada a la luz de los faroles que
de forma tenue alumbraban nuestro apacible
andar, daban al momento una sensación especial
de remembranzas pasadas…

Resonaban nuestros pasos con un rumor cadencioso,
que acompasaba el latido de mi corazón,unido
al silencio de las palabras y en las que,el pensamiento
seguía forjando ideas que permanecían calladas,
a pesar del intento de querer pronunciarlas.

De repente, al unisono, hablamos los dos con un
lo siento, que provocó una leve sonrisa
entre ambos, pero suficiente para romper el mutismo
que nos precedía, y nuevamente quisimos a la vez,
iniciar el diálogo interrumpido, que creó la cesión
de que fuera uno solo el que hablara, y fue cuando
nos percatamos de lo que nos rodeaba; la noche, la calle,
y los faroles que despedian esa pálida luz,que hizo posible
vernos alumbrados de razones creando un deseo mutuo
de enmienda y reconocimiento, y que despertó
el cariño que había permanecido alertagado,haciendonos
capaces de vivir ese momento,con el ánimo de disfrutar
su singular belleza y nuestro,hasta entonces,
extraviado reencuentro.

Marcelino Menéndez González

LOS PASOS QUE NOS QUEDAN


Como si la luz fuera asomándose temerosa
ante las sombras, nos vamos dando cuenta
que aprendemos a vivir, después de que la vida
se nos ha pasado, buscando soluciones
entre pesares y alegrías, añoranzas y futuro,
queriendo atrapar el goteo del tiempo ido,
ante la dictadura de las horas.

Hemos perdido en ese caminar multitud de pequeños
detalles y, ante nudos de nostalgia, nos surge
algún perdido recuerdo de la infancia, algún momento
especialmente vivido y aquello que ocurrió
por algún motivo y cuando menos se esperaba.

Fueron sensaciones que emanaron de circunstancias
diversas en las que, -sin saberlo- pusimos rejas
en nuestras ventanas que nos impidieron tocar las flores
que adornaban nuestra vida de libertad y nos privaron
de su aroma, dejándonos en un oasis ante el deseo
de nuestros propósitos y anhelos.

Hoy ya no juzgamos los títulos antes que los contenidos
y necesitamos sin embargo, los puentes para cruzar
con los pasos que nos quedan, sin olvidar eso sí,
que el agua de un río no pasa dos veces por el mismo lugar.
Marcelino Menéndez González

LUZ Y SOMBRAS


Qué circunstancia ocurre, en el instante
de surgir lo claro ante lo oscuro y que
me confunde sin podérmelo creer…

Sabiendo que muchas veces me oigo y no me veo,
¿por qué se vuelve sensible lo que percibo?;
¿es acaso algo que llega de repente y se define
como casual?...

Lo que sé es, que fue un precioso momento
en el tiempo, y ver cómo se amalgamaban
las luces y las sombras unidas por un ficticio
vértice, que sin embargo impidió su fusión
en ese marco de un paisaje de infinitud;
fue así mismo, como escribir con el presentimiento
de una filosofía de algo irrealizable y, en la que
cada cual, siguió ocupando su espacio definido
de contraste.

Marcelino Menéndez González

SUEÑO IMPOSIBLE


Quizá es, entre todas las cosas, un sueño perdido;
como algo sin sonrisa, sin eco.

Es como algo que no se rompe, y late en mí
con un silencio que percibo sin ruido y que sigo
sin encontrar…

Veré si lo alcanzo alguna vez donde sea que esté,
aún sabiendo que no conozco ni su nombre,
ni su estampa, ni su voz y si es de niebla o es de luz,
también si hallaré las respuestas en los días
de los tiempos, para acallar mi incertidumbre…

Marcelino Menéndez González

SUEÑO POÉTICO


Si encontrase ese sueño inesperado
que llegara a mí…

Aunque sé muy bien que hay que aprender
a esperar y a crecer, como lo hace el bambú
que tarda cinco años en hacerlo, tiempo
que ocupa para echar sus raíces,
con el propósito de un crecimiento diferente
que después lo supera todo en fuerza y tamaño.

También se me ocurre pensar, cuando las nubes
desplazan su manto de escarcha preñadas de agua,
que vierten suavemente por los toboganes
de las hojas de plantas y árboles, deslizando
las gotas de lluvia convertidas en lágrimas de rocío
que alimentan la tierra y la savia.

Todo sucede entonces cuando llega; y es
que soñaba y soñé y lo hice con un sueño poético
que llegó a mi alma y me invadió de una sensibilidad
y un sentimiento tan especiales, que se colmaron
de una emotiva inspiración, que es la que me hizo
escribir y que escribo sintiendo una soledad tranquila,
como el inmenso espacio en el que se mueven
las estrellas, latiendo en mi infinito.

Marcelino Menéndez González