Era una noche tibia,plácida y serena
adornada de otoño;el caminar por la calle
empedrada a la luz de los faroles que
de forma tenue alumbraban nuestro apacible
andar, daban al momento una sensación especial
de remembranzas pasadas…
Resonaban nuestros pasos con un rumor cadencioso,
que acompasaba el latido de mi corazón,unido
al silencio de las palabras y en las que,el pensamiento
seguía forjando ideas que permanecían calladas,
a pesar del intento de querer pronunciarlas.
De repente, al unisono, hablamos los dos con un
lo siento, que provocó una leve sonrisa
entre ambos, pero suficiente para romper el mutismo
que nos precedía, y nuevamente quisimos a la vez,
iniciar el diálogo interrumpido, que creó la cesión
de que fuera uno solo el que hablara, y fue cuando
nos percatamos de lo que nos rodeaba; la noche, la calle,
y los faroles que despedian esa pálida luz,que hizo posible
vernos alumbrados de razones creando un deseo mutuo
de enmienda y reconocimiento, y que despertó
el cariño que había permanecido alertagado,haciendonos
capaces de vivir ese momento,con el ánimo de disfrutar
su singular belleza y nuestro,hasta entonces,
extraviado reencuentro.
Marcelino Menéndez González
adornada de otoño;el caminar por la calle
empedrada a la luz de los faroles que
de forma tenue alumbraban nuestro apacible
andar, daban al momento una sensación especial
de remembranzas pasadas…
Resonaban nuestros pasos con un rumor cadencioso,
que acompasaba el latido de mi corazón,unido
al silencio de las palabras y en las que,el pensamiento
seguía forjando ideas que permanecían calladas,
a pesar del intento de querer pronunciarlas.
De repente, al unisono, hablamos los dos con un
lo siento, que provocó una leve sonrisa
entre ambos, pero suficiente para romper el mutismo
que nos precedía, y nuevamente quisimos a la vez,
iniciar el diálogo interrumpido, que creó la cesión
de que fuera uno solo el que hablara, y fue cuando
nos percatamos de lo que nos rodeaba; la noche, la calle,
y los faroles que despedian esa pálida luz,que hizo posible
vernos alumbrados de razones creando un deseo mutuo
de enmienda y reconocimiento, y que despertó
el cariño que había permanecido alertagado,haciendonos
capaces de vivir ese momento,con el ánimo de disfrutar
su singular belleza y nuestro,hasta entonces,
extraviado reencuentro.
Marcelino Menéndez González
La firmeza y solidez con estos temas, querido amigo Marcelino.señala asi mismo que el eje articulador de esta hermosura,éste poema sin limites, tienen que existir, aunando el ansia de llegar a trascender.
ResponderEliminarEs un placer leerle amigo Poeta
MªJosé