Cierro los ojos para pensar que sueño
ensimismado en mi propia reflexión,
tratando de cincelar los propósitos
estrujando los recuerdos en la memoria,
como una historia desguazada
de vías muertas, en estaciones abandonadas.
Todo cobijado de un frío de tristeza desolada
y, a pesar de la desgana y el cansancio
queriendo llenar los espacios de mi horizonte,
surge de improviso la visión de una luz intensa
que me ilumina y me conduce por un camino
de sugestiva ingenuidad, en el que percibo
un contorno cercano en el que tus ojos
hacen todo mi paisaje.
Es cuando el helado invierno se derrumba
y vencido, deja paso a esa deseada primavera en que
la reconciliación abraza todos los rincones,
y tu mirada irradia la paz y el sosiego
que mi alma necesita sintiendo renacer un nuevo día.
Marcelino Menéndez González
ensimismado en mi propia reflexión,
tratando de cincelar los propósitos
estrujando los recuerdos en la memoria,
como una historia desguazada
de vías muertas, en estaciones abandonadas.
Todo cobijado de un frío de tristeza desolada
y, a pesar de la desgana y el cansancio
queriendo llenar los espacios de mi horizonte,
surge de improviso la visión de una luz intensa
que me ilumina y me conduce por un camino
de sugestiva ingenuidad, en el que percibo
un contorno cercano en el que tus ojos
hacen todo mi paisaje.
Es cuando el helado invierno se derrumba
y vencido, deja paso a esa deseada primavera en que
la reconciliación abraza todos los rincones,
y tu mirada irradia la paz y el sosiego
que mi alma necesita sintiendo renacer un nuevo día.
Marcelino Menéndez González
Que bonito cuando el invierno se deshace, dejando paso a la brillante primavera, y más aun, cuando se perfila la luz en la silueta de una mirada.
ResponderEliminarFantastico este poema, Poeta Marcelino, porque deja atras los fatalismos de una soledad avandonada.
Un besito con cariño y mis respetos por tan brillante escritura.
MªJosé