Todo está dentro del cuerpo
y la piel que habito; el cerebro que
poseo
y el alma que permanece en mí,
para ser yo mismo.
Aunque sigo buscando el paraíso
de la contemplación y esos cortos
momentos
y esos detalles, que el tiempo magnifica
como la pequeña lágrima que encierra
todo un gran sentimiento.
Andar en el sendero de la calma
y de la constante reflexión, para que de
ello
surja el espacio vital que me procure,
el entendimiento ante los diferentes
modos
de pensar, ser y estar.
Aprendiendo a conocer la razón
que requiere el intelecto para ser capaz
de discernir sobre lo propio y adecuado
en el momento preciso, abrazando la
esencia
de las cosas y lo infinito del espíritu.
Marcelino Menéndez González
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