Después de tantos caminos andados,
unos, llenos de incertidumbre y miedo,
otros plagados de rutina y los más,
de soledades y silencios,
Al fin hallé aquel, en el que me encontré
con el vuelo de los pájaros perdidos,
entre multitud de palabras sin nombre, aunque
agitado por esa inquietud que no cesa en mi
y que descubro cada día, recorriendo esas calles
sin rumbo de la vida.
Y cuando la neblina nocturna las pinta de penumbra
y los pájaros yacen con su cabeza bajo el ala,
entonces aparecen esas palabras llenas de sentido,
como algo mágico cubriendo de esencia,
la verdadera razón que inspira, lo que escribo.
Marcelino Menéndez González