Ya ni siquiera recuerdo
cómo llené esos vacíos de ilusiones,
y cuántas veces sólo arañé la superficie
sin abrir camino bajo la tierra;
y en el mar sin bañarme entre sus aguas,
sólo mojé los pies en la arena,
y cuando hablas y ya no te escucho,
sólo te miro…
Y mientras el destino protege en los albores
la ansiada respuesta, tengo que dejar
que exista, en lo ignorado.
Y aunque sigo solo con mi espíritu, de repente,
sin esperarlo sales en mi conversación y ¡te
siento!
y entonces quiero vivirte en ese ansiado
reencuentro
con las ilusiones, la tierra, el mar y con toda
la energía del amor que llevo dentro.
Marcelino Menéndez González
No hay comentarios:
Publicar un comentario