Fue una
sensación única,
que lo
abarcó todo de golpe, acompañada
de una
serena armonía musical
que resultó
diferente y me situó,
en el
espacio de los sueños.
Espacio en
el que lo que el corazón
quiere
sentir, la mente se lo muestra
uniendo
pensamientos y palabras,
en una forma
de energía vital.
Era, como el
pájaro que canta
sin saber
que canta; el rocío matinal
ignorando su
riego con silenciosas gotas
el verde
hierba y el sentimiento
como un
vuelo de emociones
cubriendo el
infinito, para acabar
anidando en
los corazones solitarios,
tratando de
crear el amor.
Fue algo
intangible, pero bello;
fue un
sueño, sin ser consciente de ello
buscando sin
duda, la interpretación de la realidad
sabiendo que,
en el caminar de esa utopía
tratando de
alcanzar el rumbo del horizonte,
si se caminan
diez pasos, también se aleja otros diez.
Marcelino Menéndez González