03 febrero 2014

SIN TÍTULO

 Veo cómo se mecen en los árboles
 las ramas desnudas sólo abrazadas
 por el frío del invierno,
 y siento cómo es acunada mi alma
 en ese impás y en esa busca
 donde more el equilibrio y los silencios.

 Es quizá donde puede existir la línea
 imperceptible, entre sombra y luz,
 ceniza y fuego, y todas las dualidades
 para lograr llegar a ver
 a través del filo de una navaja,
 el sentido del horizonte.

 Puede ser entonces, sólo entonces,
 cuando surja el atisbo de sentir
 lo hondo de ese espacio de vida
 que llevamos dentro y que nos dice
 que ésa es la razón de continuar,
 a pesar de todo.

Marcelino Menéndez González


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