y
distinta a todo, que me va penetrando poco a poco,
de
forma paulatina e intangible pero,
como si
quisiera que no me diera cuenta,
ocupando
espacios internos y vacíos,
llenándolos
de su presencia.
No es
el aire, no es la luz; es algo abstracto
que me
va inundando de una fuerza especial,
que me
priva de cualquier reacción que intentara crear.
Mi
cuerpo y mis sentidos, me alertan de lo que ocurre
y
previenen cualquier posible desenlace;
al final,
todo se desencadena desde lo imprevisto
y surge
lo inesperado y es, cuando la belleza
se
convierte en interior…y entonces,
ya nada
vuelve a ser igual.
Marcelino Menéndez González
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