Quiero escribir, de aquella manera,
como hechos anónimos de cada día
escapando de toda pesadumbre,
y sin la eterna duda donde nunca amanece.
Ser como la lenta mansedumbre de la sombra,
o como árbol que se inclina a vientos dominantes
y sólo flotar, ante el silencio de las conjeturas.
Quizá habitar por un momento entre los recuerdos
de la memoria, esa tristeza que siempre
hay detrás del amor, para al final, recogerme
como mar que rescata su reflujo y fundirme
entre las cañas pacíficas del trigo, desenmascarando
mentiras, para rehacer la verdad…
Marcelino Menéndez González
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