es, cuando más siento la mía y así,
buscando que doy y que me dan
encuentro, quien era y quien soy.
Y me siento entonces, como un pájaro
marino huérfano sobre las olas, donde
surgen espacios vacíos para la añoranza
del tiempo vivido, segados por la propia
nostalgia y cuyos silencios, hacen más
intolerable la soledad íntima.
¡Ah! si tuviera entonces una nueva oportunidad
para cambiar mis sentíres más internos,
pero cómo, de qué manera, para que pudiera
mostrarse lo inefable…
Marcelino Menéndez González
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