inviernos donde la nieve es olvido,
con los aromas de las ausencias, como soplos
de vida en los corazones cansados,
marcándonos su ritmo y su silencio.
Se sueña entonces, que en toda oscuridad
vive un fragmento de luz que mantiene
aún viva la esperanza y abandonarse en ella
es un consuelo interior, como algo que
está en uno y existe, aunque no se sepa a veces
lo que es...
Y aunque nos rodeen los colores grises de la vida,
con días de tormenta y miedos, y no se encuentren
las lágrimas lloradas, ni las sonrisas desaparecidas,
mantenerse en ese vacío, -apenas con una luz
mortecina- pero llenándolo todo de amor y respirando
aún el aliento de la existencia viéndonos tal vez,
como un viejo gorrión asido a su rama, bajo la lluvia..