Cuando el aire se agita en libertad,
parece como si las hojas se unieran más
a sus ramas, en un abrigo de complicidad;
mientras en una encrucijada malsonante,
en los oídos de los árboles, aún se escuchan
las estridencias de grillos y cigarras...
Y todo ataviado con eslabones cosiendo
lazos de escarcha matinal, por la hierba
que crece, salpicada de últimos copos de nieve
deshaciéndose en rocío, dejándole tiempo
al frescor del amanecer.
Y se perciben ya las voces de los pájaros,
para no estar más a merced de los silencios
llenando de trinos los espacios y los vacíos
con sus vuelos, acariciando los primeros
rayos solares.
Es una mañana llena de luz y primavera,
que consigue alterar el estado de ánimo
despertando el optimismo logrando así
acercar a nuestros ojos la belleza de la
naturaleza y que ésta nos conduzca a su vez,
a iluminar cualquier penumbra interior.
parece como si las hojas se unieran más
a sus ramas, en un abrigo de complicidad;
mientras en una encrucijada malsonante,
en los oídos de los árboles, aún se escuchan
las estridencias de grillos y cigarras...
Y todo ataviado con eslabones cosiendo
lazos de escarcha matinal, por la hierba
que crece, salpicada de últimos copos de nieve
deshaciéndose en rocío, dejándole tiempo
al frescor del amanecer.
Y se perciben ya las voces de los pájaros,
para no estar más a merced de los silencios
llenando de trinos los espacios y los vacíos
con sus vuelos, acariciando los primeros
rayos solares.
Es una mañana llena de luz y primavera,
que consigue alterar el estado de ánimo
despertando el optimismo logrando así
acercar a nuestros ojos la belleza de la
naturaleza y que ésta nos conduzca a su vez,
a iluminar cualquier penumbra interior.
Marcelino Menéndez González
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