Estaba
absorto;
escuchaba
el eco de un ligero susurro
de
voces infantiles a lo lejos como cosas
que
no se pueden ver pero sí sentir,
imaginar
y oír.
Y
sentí de pronto la vibración de una energía interior,
como
el despertar de algo que siempre espera
y
brota de repente, como un destello
cubierto
de fina sensibilidad.
En
un momento, me sentí abrazado de sensaciones
tan
diversas y variadas de sutileza, que me hicieron
vivir
la presencia de algo inexplicable;
como
si fuera una energía creadora, con un flujo
inquieto,
aglutinante y unificador.
En
un instante, consiguió realizar un cambio
que
me permitió sentir una percepción distinta,
cohesiva
y cognitiva diferente a todo y que
pude
compartir, como la luz de una vela con otra
sin
perder su intensidad, en una armonía que llamaría
espiritual,
con mi propio yo…
Marcelino Menéndez González
No hay comentarios:
Publicar un comentario