Diría que somos nuestro fiel reflejo
en el espejo por las mañanas; sin embargo,
olvidamos lo importante de nuestra
identidad que es distinta a todos y en ese
espacio vital, estamos para hacer
lo que nos toca, porque otro no lo hace.
Tratamos de vivir con lo que tenemos y ojala
no sufrir por lo que carecemos, pero ocurre
que cuando rebasamos esos límites, sin darnos cuenta,
nos acercamos a perder el equilibrio de la ecuanimidad,
y es cuando surgen las comparaciones con los demás
y pensamos, si yo tuviera, si yo fuera, si yo ganara,
para acabar siendo, lo que no somos.
Vamos minando así alcanzar, lo que llamaríamos
felicidad, desviándola de un acto subjetivo y voluntario;
y cuántas veces en ese encuentro sin encuentro, desear
no perder las expectativas de saber a donde llegar,
y en ese final del arco iris en el caso de conseguirlo,
hacerlo con el esbozo de una sonrisa…
en el espejo por las mañanas; sin embargo,
olvidamos lo importante de nuestra
identidad que es distinta a todos y en ese
espacio vital, estamos para hacer
lo que nos toca, porque otro no lo hace.
Tratamos de vivir con lo que tenemos y ojala
no sufrir por lo que carecemos, pero ocurre
que cuando rebasamos esos límites, sin darnos cuenta,
nos acercamos a perder el equilibrio de la ecuanimidad,
y es cuando surgen las comparaciones con los demás
y pensamos, si yo tuviera, si yo fuera, si yo ganara,
para acabar siendo, lo que no somos.
Vamos minando así alcanzar, lo que llamaríamos
felicidad, desviándola de un acto subjetivo y voluntario;
y cuántas veces en ese encuentro sin encuentro, desear
no perder las expectativas de saber a donde llegar,
y en ese final del arco iris en el caso de conseguirlo,
hacerlo con el esbozo de una sonrisa…
Marcelino Menéndez González
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