Cuando se estremece nuestro interior
de fuertes emociones,
y nos hace vibrar hasta la extenuación
convirtiéndolas en energía vital,
es cuando más cerca se puede sentir
el surgir del verdadero centro de la existencia,
-el más íntimo y profundo- del que emanan
los sentimientos más claros, limpios e intensos,
capaces de enriquecer la razón,
de la vida misma…
Marcelino Menéndez González
01 marzo 2011
MEDITANDO
En el diálogo entre el cuerpo y mente
buscando el verdadero centro de la existencia
y, como último espacio inerte
desprendido del tiempo, dentro de esa singular
intimidad, habría que hallar la armonía
y la ductibilidad en un movimiento
de equilibrio interior, que sea capaz de depararnos
un estado de bienestar único y placentero.
Como cuando los ríos fluyen, los pájaros pían,
las estrellas se mueven y todo sin prisa,
sin alboroto, sin preocupación, en una total
estabilidad emocional, relajando tu ser,
tu cuerpo, tus actos y pensamientos…meditando.
Y existe ese momento en el cual se une la existencia,
ya que vamos a estar aquí del principio al final,
en donde el interior pervive, aunque cambie lo externo,
y no tener que lamentarnos, buscando la salida
de donde no se ha entrado, no teniendo que decirnos…
¡ todo habría cambiado si aquella vez!…
Marcelino Menéndez González
buscando el verdadero centro de la existencia
y, como último espacio inerte
desprendido del tiempo, dentro de esa singular
intimidad, habría que hallar la armonía
y la ductibilidad en un movimiento
de equilibrio interior, que sea capaz de depararnos
un estado de bienestar único y placentero.
Como cuando los ríos fluyen, los pájaros pían,
las estrellas se mueven y todo sin prisa,
sin alboroto, sin preocupación, en una total
estabilidad emocional, relajando tu ser,
tu cuerpo, tus actos y pensamientos…meditando.
Y existe ese momento en el cual se une la existencia,
ya que vamos a estar aquí del principio al final,
en donde el interior pervive, aunque cambie lo externo,
y no tener que lamentarnos, buscando la salida
de donde no se ha entrado, no teniendo que decirnos…
¡ todo habría cambiado si aquella vez!…
Marcelino Menéndez González
MAR DE DUDAS
Donde más aprendo-con certeza-
es, en las horas más duras;
me digo entonces, depende de ti mismo
está entre tus manos
y es que tiene que haber
muchos algo, antes de llegar a nada
y sintiendo que aún queda tiempo.
Porque si quieres ver cosas que nunca
has visto, haz cosas que nunca has hecho;
y es que se subleva mi ser, vacilando en la duda
y en donde mi ego cree que lo sabe y yo,
en el importante diálogo interior me repito,
toma un momento de este silencio interno,
como el espejo que escucha energía
y la refleja, para no permanecer inerte,
pero siempre, como mar que recupera
la lluvia, sin alterar su propio nivel.
Marcelino Menéndez González
es, en las horas más duras;
me digo entonces, depende de ti mismo
está entre tus manos
y es que tiene que haber
muchos algo, antes de llegar a nada
y sintiendo que aún queda tiempo.
Porque si quieres ver cosas que nunca
has visto, haz cosas que nunca has hecho;
y es que se subleva mi ser, vacilando en la duda
y en donde mi ego cree que lo sabe y yo,
en el importante diálogo interior me repito,
toma un momento de este silencio interno,
como el espejo que escucha energía
y la refleja, para no permanecer inerte,
pero siempre, como mar que recupera
la lluvia, sin alterar su propio nivel.
Marcelino Menéndez González
MÚSICA INTERIOR
Fue un oír, fue un sentir
y en un instante, surgió
todo el esplendor de lo mágico y lo bello.
Fue vivir la armonía más dulce y exquisita
que nació hinchiendo de razón la vida misma,
y todo se llenó de sentimiento desde la orilla
más íntima del ensueño y la ilusión,
rozando con sus bordes la esencia toda
de la felicidad…
Y como algo único e increíble, profundo
e intenso, me invadió el alma dulcemente,
colmándola de plenitud de amor y de luz…
Marcelino Menéndez González
y en un instante, surgió
todo el esplendor de lo mágico y lo bello.
Fue vivir la armonía más dulce y exquisita
que nació hinchiendo de razón la vida misma,
y todo se llenó de sentimiento desde la orilla
más íntima del ensueño y la ilusión,
rozando con sus bordes la esencia toda
de la felicidad…
Y como algo único e increíble, profundo
e intenso, me invadió el alma dulcemente,
colmándola de plenitud de amor y de luz…
Marcelino Menéndez González
INVISIBLE INQUIETUD
Cuántas veces me he paseado por las soledades
enterrando sueños, en noches interminables
de horas suspendidas cavilando
sobre lo incierto; viviendo esos instantes
intangibles del sentir, pendiendo de los hilos
de los sentimientos y con el vibrar
de la energía emocional…
Otras, con las alas de los sueños que vuelan
conmigo, invado el infinito armónico de los pensamientos,
y vivo entonces la contemplación, buscando
si la razón es la morfología de la conciencia,
y si en una profunda reflexión se puede hallar,
la paz inverencial y la propia voluntad sosteniendo
la armonía espiritual.
Marcelino Menéndez González
enterrando sueños, en noches interminables
de horas suspendidas cavilando
sobre lo incierto; viviendo esos instantes
intangibles del sentir, pendiendo de los hilos
de los sentimientos y con el vibrar
de la energía emocional…
Otras, con las alas de los sueños que vuelan
conmigo, invado el infinito armónico de los pensamientos,
y vivo entonces la contemplación, buscando
si la razón es la morfología de la conciencia,
y si en una profunda reflexión se puede hallar,
la paz inverencial y la propia voluntad sosteniendo
la armonía espiritual.
Marcelino Menéndez González
INSPIRACIÓN
Cuando transito por la inspiración,
viajo por muchos caminos;
y en ese andar observo y reflexiono
buscando lo mejor, pero siempre
siendo yo mismo.
Reparo sin embargo, en cosas insignificantes,
en detalles sin importancia, pero todo
se vuelve una razón para pensar, como cuando
ves caer la semilla en el surco invernal, mientras
se derrite la escarcha mojando la yerba.
Si bien una cosa bella que podemos evidenciar,
es el misterio – es la fuente de la ciencia al descubrirlo-,
y que aparece ante nuestros ojos intangible,
o con el invisible poder de la sabiduría del silencio.
Y también sientes que hay tristezas que jamás
hallan su día, abrazándose al desaliento,
haciendo tambalear el equilibrio de la voluntad,
aunque al final surgen momentos agradables
y gratos, que te hacen penetrar en una
sensación positiva, con la cual desplazas
cualquier asomo de tensión que de forma imprevista,
fuera capaz de aparecer, tratando de alterar
tus sentidos y su capacidad de ser.
Marcelino Menéndez González
viajo por muchos caminos;
y en ese andar observo y reflexiono
buscando lo mejor, pero siempre
siendo yo mismo.
Reparo sin embargo, en cosas insignificantes,
en detalles sin importancia, pero todo
se vuelve una razón para pensar, como cuando
ves caer la semilla en el surco invernal, mientras
se derrite la escarcha mojando la yerba.
Si bien una cosa bella que podemos evidenciar,
es el misterio – es la fuente de la ciencia al descubrirlo-,
y que aparece ante nuestros ojos intangible,
o con el invisible poder de la sabiduría del silencio.
Y también sientes que hay tristezas que jamás
hallan su día, abrazándose al desaliento,
haciendo tambalear el equilibrio de la voluntad,
aunque al final surgen momentos agradables
y gratos, que te hacen penetrar en una
sensación positiva, con la cual desplazas
cualquier asomo de tensión que de forma imprevista,
fuera capaz de aparecer, tratando de alterar
tus sentidos y su capacidad de ser.
Marcelino Menéndez González
EXAMEN
Quisiera descansar el pensamiento
con el silencio interno y reconciliar la conciencia,
aunque es el presente el único momento que se posee
y hay que saber buscar y encontrar su plenitud.
Soy consciente de que hay que hallar el vehículo
que te lleve al viaje de tu evolución,
motivando tu verdad interior -que se volverá
invulnerable-, ya que, lo que más desees estará ahí
y será con el conocimiento de uno mismo.
Y para establecer vivir en equilibrio,
reconocer que la energía es parte de la inteligencia,
y hay que descubrir que reside en uno, y siendo
tu propio juez, saber el valor de ti mismo.
Si bien, bajo un pensamiento exacto y pleno,
ser paciente y no luchar contigo mismo,
aprendiendo a guiarte por la intuición
y no permitiendo que los juicios de otros te afecten.
Marcelino Menéndez González
con el silencio interno y reconciliar la conciencia,
aunque es el presente el único momento que se posee
y hay que saber buscar y encontrar su plenitud.
Soy consciente de que hay que hallar el vehículo
que te lleve al viaje de tu evolución,
motivando tu verdad interior -que se volverá
invulnerable-, ya que, lo que más desees estará ahí
y será con el conocimiento de uno mismo.
Y para establecer vivir en equilibrio,
reconocer que la energía es parte de la inteligencia,
y hay que descubrir que reside en uno, y siendo
tu propio juez, saber el valor de ti mismo.
Si bien, bajo un pensamiento exacto y pleno,
ser paciente y no luchar contigo mismo,
aprendiendo a guiarte por la intuición
y no permitiendo que los juicios de otros te afecten.
Marcelino Menéndez González
EQUILIBRIO
Cuando los pensamientos se depositan
entre las grietas de los años y habitan
en la memoria caminando en el trayecto
de la vida, ocupan algunas veces
la maraña del lamento y sin embargo otras,
surgen como emociones positivas
que generan una energía mental,
como ramos de diáfana luz fecundando la vida.
Mente y pensamientos, pensamientos y mente
se entrelazan de matices positivos y negativos
de esa energía, que hacemos corresponder
lo mismo en desalientos que optimismo,
como algo imprevisto que se desliza y fluye
y que puede crecer y agigantarse, igual
que disminuir y desaparecer, con el ansia
y el deseo que generes en tu interior.
Hasta que te percatas de la necesidad
de darte una tregua para aclarar la incertidumbre,
como si el camino a andar, saliera de pronto
a tu encuentro, y te señalara la senda a seguir
recorriendo los pasos del equilibrio.
Marcelino Menéndez González
entre las grietas de los años y habitan
en la memoria caminando en el trayecto
de la vida, ocupan algunas veces
la maraña del lamento y sin embargo otras,
surgen como emociones positivas
que generan una energía mental,
como ramos de diáfana luz fecundando la vida.
Mente y pensamientos, pensamientos y mente
se entrelazan de matices positivos y negativos
de esa energía, que hacemos corresponder
lo mismo en desalientos que optimismo,
como algo imprevisto que se desliza y fluye
y que puede crecer y agigantarse, igual
que disminuir y desaparecer, con el ansia
y el deseo que generes en tu interior.
Hasta que te percatas de la necesidad
de darte una tregua para aclarar la incertidumbre,
como si el camino a andar, saliera de pronto
a tu encuentro, y te señalara la senda a seguir
recorriendo los pasos del equilibrio.
Marcelino Menéndez González
EN EL FILO DE LA NAVAJA
Parece como si todo existiera
con mensajes ocultos y sus contrastes;
cosas con idioma propio en la textura de la vida,
aromas, sonidos, colores, armonía, equilibrio,
y es, con el incesante reclamo de mi propia conciencia,
que me pregunto…
Si el alma no nace ni muere, si el alma es permanente,
¿quién es uno?.
Si una cosa me envejece más, es estar en donde
no hay ni principio ni fin, sin capacidad, sin energía,
sin actividad propia y por ello busco,
el centro de la existencia, el más interno y real.
aquel en el que permanece el llanto de la niebla,
la humedad de los bosques en las horas tempranas,
y los retoños brotan y se suman a la rama vital.
Y a pesar de prisas, miedo, dudas, tensión,
como mallas cautelosas de la noche
circundado de acechanzas, permanezco
rebasado de ansiedad, preguntándome
¿qué parte de “no debes” no he entendido?…
Marcelino Menéndez González
con mensajes ocultos y sus contrastes;
cosas con idioma propio en la textura de la vida,
aromas, sonidos, colores, armonía, equilibrio,
y es, con el incesante reclamo de mi propia conciencia,
que me pregunto…
Si el alma no nace ni muere, si el alma es permanente,
¿quién es uno?.
Si una cosa me envejece más, es estar en donde
no hay ni principio ni fin, sin capacidad, sin energía,
sin actividad propia y por ello busco,
el centro de la existencia, el más interno y real.
aquel en el que permanece el llanto de la niebla,
la humedad de los bosques en las horas tempranas,
y los retoños brotan y se suman a la rama vital.
Y a pesar de prisas, miedo, dudas, tensión,
como mallas cautelosas de la noche
circundado de acechanzas, permanezco
rebasado de ansiedad, preguntándome
¿qué parte de “no debes” no he entendido?…
Marcelino Menéndez González
CUANDO ESCRIBO
La lámpara. el vaso, la música, la hoja en blanco,
y la nada: es… llegar a esta mesa…
Surge entonces la mansa y tranquila vocación
y busco el encuentro con ese inicio vacilante
con el papel, hallando el vértice de mi mano y lo negro
para llegar a escribir las primeras palabras, que poseo
y viven en ese mar interior de silencios
en el que moran confundidas.
Las acaricio de sensibilidad, emoción y sentimiento
y trato de asomarlas a la luz, llenándolas
de significado, sentido y armonía.
Y quiero habitar en mis palabras con lo verdadero
de mi ansiedad y el aspirar de su fragancia,
y es que me place, como si fuera el mas grato diálogo
entre mi mente y yo, disolviendo mi ego.
Cuando dejo de escribir siento que algo
se me escapa aún, como un resto de esa luz
de lo que quisiera fuera un inacabable espacio de tiempo
y que a mi pesar, se acaba y quiebra de forma inexorable
como una fugacidad feliz e incomparable.
Marcelino Menéndez González
y la nada: es… llegar a esta mesa…
Surge entonces la mansa y tranquila vocación
y busco el encuentro con ese inicio vacilante
con el papel, hallando el vértice de mi mano y lo negro
para llegar a escribir las primeras palabras, que poseo
y viven en ese mar interior de silencios
en el que moran confundidas.
Las acaricio de sensibilidad, emoción y sentimiento
y trato de asomarlas a la luz, llenándolas
de significado, sentido y armonía.
Y quiero habitar en mis palabras con lo verdadero
de mi ansiedad y el aspirar de su fragancia,
y es que me place, como si fuera el mas grato diálogo
entre mi mente y yo, disolviendo mi ego.
Cuando dejo de escribir siento que algo
se me escapa aún, como un resto de esa luz
de lo que quisiera fuera un inacabable espacio de tiempo
y que a mi pesar, se acaba y quiebra de forma inexorable
como una fugacidad feliz e incomparable.
Marcelino Menéndez González
CUANDO EL TIEMPO
Cuando el tiempo ha perdido su importancia
dibujando los hilos de la vida,
cuesta ser insensible viendo como la bruma
matinal se vuelve opaca y espesa, así cómo
la frialdad en la piedra permanece,
hasta que el sol penetra en ella y la calienta.
Cuando sientes que has perdido el espacio
donde ya no existe horizonte, llegas a pensar
que revivir la vida puede darnos la ocasión
de disfrutarla de nuevo, con las valiosas monedas
de los recuerdos, -ya que los seres queridos e idos
pertenecen a la añoranza-, y recobras un matiz
singular de melancolía, vistiendo la vida otra vez.
Es quizá cuando percibo la voz quebrada y opaca
de un susurro que me dice, que necesito una relajación
mental capaz de despertar mi reflexión y hallar
la tranquilidad, esa tranquilidad que encuentran
los ansares posándose en aguas lacustres, llenas
de quietud y armonía, surgiendo entonces,
como un sueño con polvo de estrellas el pensamiento
de que, si perdiste el amanecer de hoy, habrá otro mañana.
Marcelino Menéndez González
dibujando los hilos de la vida,
cuesta ser insensible viendo como la bruma
matinal se vuelve opaca y espesa, así cómo
la frialdad en la piedra permanece,
hasta que el sol penetra en ella y la calienta.
Cuando sientes que has perdido el espacio
donde ya no existe horizonte, llegas a pensar
que revivir la vida puede darnos la ocasión
de disfrutarla de nuevo, con las valiosas monedas
de los recuerdos, -ya que los seres queridos e idos
pertenecen a la añoranza-, y recobras un matiz
singular de melancolía, vistiendo la vida otra vez.
Es quizá cuando percibo la voz quebrada y opaca
de un susurro que me dice, que necesito una relajación
mental capaz de despertar mi reflexión y hallar
la tranquilidad, esa tranquilidad que encuentran
los ansares posándose en aguas lacustres, llenas
de quietud y armonía, surgiendo entonces,
como un sueño con polvo de estrellas el pensamiento
de que, si perdiste el amanecer de hoy, habrá otro mañana.
Marcelino Menéndez González
BUSCANDO EL EQUILIBRIO
Lograr conseguir un concepto de la unificación
de los conocimientos, como si fueran
partículas eléctricas llenando de magnetismo
la percepción de las cosas, con sensaciones
nuevas y misteriosas, tratando de forma asombrosa
e increíble, de situarme en el centro de mi sentir y ser…
Entonces, ser capaz de apreciar y diferenciar
las distintas vibraciones emocionales que surjan,
y distinguir con ellas, los estados de ánimo
más adecuados y lógicos, manteniendo esa ansiedad
por lograr – de esos estímulos exteriores-, una motivación
interior capaz de crear el equilibrio deseado.
Marcelino Menéndez González
de los conocimientos, como si fueran
partículas eléctricas llenando de magnetismo
la percepción de las cosas, con sensaciones
nuevas y misteriosas, tratando de forma asombrosa
e increíble, de situarme en el centro de mi sentir y ser…
Entonces, ser capaz de apreciar y diferenciar
las distintas vibraciones emocionales que surjan,
y distinguir con ellas, los estados de ánimo
más adecuados y lógicos, manteniendo esa ansiedad
por lograr – de esos estímulos exteriores-, una motivación
interior capaz de crear el equilibrio deseado.
Marcelino Menéndez González
AGUAS DE RÍO
Imagino y siento cómo se desprende el agua
del río, en una caída libre de su caudal
salpicada de blanca espuma, adornada de
frescura y sonoridad.
Desbocadas en su cauce salpicando de rocío,
las rañas y los meandros por sitios extraños
en su constante discurrir, trasladando
la colaboración mágica de los contrastes,
en la diversidad de colores de lo cristalino
de sus aguas, con el azul celeste y el verde hierba,
en busca del vértigo de lo bello y el matiz
de lo mágico.
Siempre camino al remanso anhelado,
en medio de paisajes desconocidos,
antes del encuentro agónico de su final…
Final que llega entrelazándose en las rías
con las aguas marinas, que las abrazan
al regreso a su origen, fundiéndose una vez más
con las marismas y su peregrinar.
Marcelino Menéndez González
del río, en una caída libre de su caudal
salpicada de blanca espuma, adornada de
frescura y sonoridad.
Desbocadas en su cauce salpicando de rocío,
las rañas y los meandros por sitios extraños
en su constante discurrir, trasladando
la colaboración mágica de los contrastes,
en la diversidad de colores de lo cristalino
de sus aguas, con el azul celeste y el verde hierba,
en busca del vértigo de lo bello y el matiz
de lo mágico.
Siempre camino al remanso anhelado,
en medio de paisajes desconocidos,
antes del encuentro agónico de su final…
Final que llega entrelazándose en las rías
con las aguas marinas, que las abrazan
al regreso a su origen, fundiéndose una vez más
con las marismas y su peregrinar.
Marcelino Menéndez González
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