Fue con
el pasar de los años,
que
empecé a olvidar vivencias pasadas
y
sin embargo otras, siguen permaneciendo
en
mi como si acabaran de ocurrir,
manteniendo
toda la sensación de intensidad,
como
si hubieran sucedido ayer.
Esas
oscilaciones imprevisibles de la memoria,
se
acrecientan más, cuando nos remontamos
a la
infancia, perviviendo con una fuerza
increíble
de detalles y momentos,
que
nunca llegan a olvidarse.
Y
todo va formando el engranaje de la existencia
que cada
uno asimila a su manera, matizándolo
de
alegría o de tristeza.
Diría
que, como las raíces de los árboles
-ninguna
es igual- ya que múltiples circunstancias
hacen
que todas sean diferentes entre sí,
aunque
exista el denominador común a todo,
con
su diversa variedad de cambios y etapas
que
es, la propia vida…
Marcelino Menéndez González
No hay comentarios:
Publicar un comentario