08 julio 2012

EL DÍA


Como si fuera replegándose el ocaso
ante la incipiente penumbra,
tratando de ocultarse plácidamente
para descansar su ya prolongado esplendor,
fue situándose ante las sombras
para reposar su luz final y sin hacer ruido,
en una graciosa huida hasta el reflejo solar,
para acariciar la luna.

Después, mucho después, fue de nuevo
asomándose lentamente dándole luz a la vida,
en un indescriptible amanecer, iluminando
todo el espacio vital, creando nuevas esperanzas
ilusiones y sueños, capaces de infundir
estados de ánimo positivos, disipando dudas
e incertidumbres, aclarando las ideas,
despertando la ilusión de vivir…

Marcelino Menéndez González

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